Me rehúse a separarme de ti, de la misma manera en que el árbol se resistio a dejar caer su hoja ya marchita; porque eras parte de mi persona, te formaste con mi esencia. Te ofrecí dedicación y total devoción a complacerte, y mi esperanza era ver emerger de tu centro las semillas de la gratitud, con las que (yo esperaba) pudieras corresponder mi entrega y al fin, percatarte de que a mi lado obtendrías lo que siempre buscaste.
Y me quede esperando...
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